JOSÉ MIGUEL L. ROMERO | IBIZA A Cristina Linares (Ibiza, 1976) le marcó salir cada fin de semana a pescar con su padre en la barca: «Por eso no es de extrañar que en el mar siempre me sienta como en casa. Es mi trabajo y mi vida», asegura en su web personal (cristinalinares.info). Aquel contacto con el litoral de su isla natal la condujo, inexorablemente, a estudiar Biología y doctorarse en Ecología Marina, además de trabajar para el Instituto de Ciencias del Mar y el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, ambos del CSIC. Una de sus aportaciones más relevantes es el ´Estudio de las comunidades de peces y las poblaciones de gorgonia en las reservas naturales de es Vedrà y es Vedranell y los islotes de Ponent´, que este invierno cumple el décimo aniversario de su creación.
El estudio –realizado en septiembre de 2010– revela que las poblaciones de gorgonias, concretamente las que hay en ses Bledes, son «extraordinarias si se las compara con las de otros lugares del Mediterráneo», afirma Linares en conversación telefónica. ¿Por qué? «Porque son muy densas y muy grandes y están poco deterioradas. Durante los últimos años hemos estudiado el efecto del cambio climático sobre las comunidades marinas y hemos detectado que hay eventos de mortalidades que están relacionados con aumentos de la temperatura del agua del mar por encima de los valores normales. En esas condiciones, los organismos sufren estrés», explica la científica. Y las gorgonias, «que son organismos muy sensibles a estos cambios, sufren mucho». Linares ha estudiado esas variaciones en Cabrera, Córcega y Columbretes, lugares donde «el impacto está siendo importante. Sorprendentemente, las gorgonias de Ibiza de momento resisten muy bien», añade.
La temperatura del mar «está subiendo medio grado de media. Los veranos son más calientes. El agua del mar puede ascender dos grados más que antes, algo a lo que no están acostumbrados los organismos, de ahí esas mortalidades», detalla. ¿Y en Ibiza?: «Desde el verano pasado, junto a la reserva natural y con voluntarios, instalamos unos termómetros para tener registros. Toman la temperatura del agua del mar cada hora a diferentes profundidades». Son 10 sensores ubicados de 5 a 50 metros de profundidad, cada cinco metros, en uno de los islotes de ses Bledes: «Ahora evaluamos esos datos para ver si realmente hay unas condiciones más frías en esas aguas y por eso no se dan en ses Bledes esos eventos de mortalidad o si aun registrándose más calor las gorgonias de aquí son más resistentes», comenta la doctora.
Cada seis meses, antes y después del verano, recogen los termómetros y vuelcan su información en el ordenador. Luego los programan de nuevo y vuelven a colocarlos en ses Bledes: «De momento solo los hay en ses Bledes, pues es una experiencia piloto. Pero ahora pensamos en colocarlos también en es Vedrà», indica.
Linares se especializó en las gorgonias porque el tema de su investigación «es básicamente estudiar el impacto de la actividad humana y el cambio global sobre los ecosistemas marinos, sobre todo sobre el bentos, las comunidades de fondos rocosos. Y las gorgonias, como el coral rojo, son especialmente sensibles y sirven de organismos modelos pues son indicadores de perturbaciones». Al estudiarlos «se tiene una idea de cuál es el impacto de las actividades humanas sobre los ecosistemas marinos y su capacidad de recuperación». La investigadora ibicenca coincide con Enric Ballesteros, biólogo del departamento de Ecología Marina del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en que aunque las comunidades de peces de la reserva natural están sobreexplotadas debido a la pesca profesional y deportiva, «es un lugar con un potencial enorme para crear una reserva marina. Su recuperación sería espectacular». Bastaría con que «se hiciera una reserva marina de verdad». A su juicio, Ibiza «es un lugar ideal para crear mini reservas. Pero en este contexto económico no es el momento ideal», admite.